domingo, 18 de enero de 2009

MI BARRIO


El barrio del Realejo, es unos de los barrios más antiguos de Granada. Era la antigua "juderia", el barrio de los alfareros. Comienza sobre la colina, junto a los jardines de la Alhambra, y seguia hasta la vega, a orillas del Genil.




En él se mezclan, tradición y modernidad, está casi en el centro de la ciudad, y por otro lado, en los años sesenta era como "un pequeño pueblo" dentro de la capital, donde todo el mundo se conocía, existian varias generaciones familiares en la misma casa de vecinos, desde los abuelos hasta los biznietos. Eran casas de vecinos, con unos patios, donde la chiquilleria jugaba y cada madre estaba al cuidado de sus niños y de los demás. Tambien si alguno hacia alguna "barrabasada", no hacia falta ir corriendo a decir nada, ya salia alguna de ellas y zas!, los median a todos por igual.




En los patios se mezclaban al mediodia, los olores de las cocinas:




- María! que estas haciendo hoy de comer?,


- Migas, quieres que te guarde un plato?


- Vale! ya sabes que a mi Carlillos le gustan mas que las que yo hago...




El "Carlillos" se ponía loco de contento cuando oía que su vecina María le habia guardado las "migas con chocolate". Era "comida de dioses"......




Las niñas en el patio, se sentaban al lado de los bastidores que las mozuelas tenían para bordar los tejidos alpujarreños, las famosas "tiras" de cestas, toreros, pavos reales..., que despues se vendían en los talleres de Sancho, o las mantillas de tul, perfilando con minuciosidad sus contornos, para después lucirlas en la Semana Santa, en los toros, o venderlas en la Alcaiceria, para disfrute de los extranjeros.




En la calle Molinos, arteria principal del barrio, por donde pasaba el tranvía de "cremallera", el que subía hasta el hotel Alhambra Palace, era casi el único tráfico que existía, y todos tenían miedo a que el tranvía los fuera a pillar. Uff, parecía que era una locura a la velocidad que iba...




Los niños que jugaban en la calle al oir el mismo por el principio de la plaza, ya estaban subidos en las aceras, sino como te viera algún vecino se lo contaba a sus padres, y seguro que esa tarde ya no podian salir a jugar, ni podían ir a los "hoteles de Belén" a subir los cien escalones, para ver quien llegaba antes a la Antequeruela sin parar y sin haber caido asfixiado en el intento...




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